
atardeceres moribundos,
aprietan los dientes desdeñosos,
cuando caminan por vegas marchitas.
Enturbiadas camisas blancas,
abono tembloroso,
aroman los nardos,
y las mas altivas amapolas.
Buscáis un cielo
incaís la rodilla , luego la mano,
perdéis el aliento
Os danzan balas en el pecho,
risas asesinas en el llanto,
ya , sois difuntos , sin saberlo.
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